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viernes, 3 de octubre de 2008

El ecuatoriano Dia Mundial del Turismo


27 de septiembre 2008

Este año la celebración del Día Mundial del Turismo ha sido un tanto singular. El viajero lo ha pasado en dos pueblecitos del corredor turístico del río Santa Bárbara, en la provincia ecuatoriana de Azuay, en plenos Andes.

En Gualaceo, la población donde comí, existe un magnífico orquideario que lleva por nombre Ecuagenera y que se muestra en Internet en la página:
www.ecuagenera.com . La empresa fue fundada por el salesiano Ángel Andreetta en los años 50, continuando en su labor los hermanos Mario y José Portilla.

La orquídea es una planta de gran valor para el país, por su variedad y porque esta en período de extinción, pues como dice el lema de la empresa una orquídea es naturaleza y belleza. Solo un dato, en Ecuador hay mas de 4.000 variedades de esta bella flor.

La ruta continuó hacia el pueblo de Chordeleg, dedicado a los metales preciosos, una localidad donde su plaza mayor y sus calles aledañas están llenas de joyerías que muestran el buen hacer de sus orfebres que ofrecen sus productos a unos precios asequibles. Como dato curioso, en su museo municipal se conserva un pendiente de playa de 17,5 kilos de peso y que mide 1,85 centímetros. Fue en este bello pueblo donde se ofreció al visitante celebrar el Día del Turismo con varios bailes regionales danzados por niños y jóvenes de la escuela municipal de danza.

Y lo más asombroso vino después, ya al anochecer, en el cercano pueblo de Sisig, declarado como Patrimonio Cultural del Ecuador. El viajero visitó su museo donde se muestran objetos prehistóricos de la zona, lo que supone la gran riqueza histórica del lugar.

Una típica cena de la zona, cocinada por Rosario Matute, a base de carne asada de chancho, motepillo y una ensalada de llampigacho, tortilla, al que acompañaba un rica bebida típica de la zona, el rosero, a base de harina de maíz, fruta tropicales como piña y babaco pusieron fin a la dura jornada turística, no sin antes estar presente en la danza nocturna que realizaron jóvenes de la comarca. Sin duda, fue una jornada inolvidable dedicada al turismo, especialmente por algo que uno no puede ver con asiduidad: El cielo totalmente estrellado de los Andes, en el hemisferio sur, en una zona sin luz, donde los brillos de los astros le encandilaron durante un buen rato mientras en las cercanías mis compañeros de viaje cenaban esa comida india cañarí. Esa jornada nocturna me recuerda un viaje en Portugal al Alentejo profundo, donde en una finca de 5.000 hectáreas, donde suele descansar el presidente de la República, vi el cielo estrellado e impoluto del hemisferio norte.

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